De la escuela y otras chunches

Hoy sepa la madre por qué pero ando como feliz. Igual y respiré demasiado oxígeno, o me pegó la rabia el perro y ya no me sirve el cerebro, pero el punto es que hasta fui a mi clase de 16:30-18:00, ¡aún a pesar de que se me hizo tarde! Le hablé por fono a la Maraka y estaba getona la wey, y pues chale, tengo como 60 minutos de larga distancia ya pagada por gastar para antes del viernes, ¿alguien quiere que le marque? Ah, y pues en la práctica de circuitos sorprendí a mis compañeros con mis habilidades secretas adquiridas en el poderoso Cecyt 9, aka Bátiz, con mis formidables técnicas para retirarle el forro al alambre, y para calculuar circuitos con divisores de tensión y de corriente. ¿Y eso para qué? Pues sépala, me desesperó que no podían y decidí aplicarme, y de paso hacer mérito para anexarme al equipo. Y es que ya ni la chingo: el curso de Circuitos Eléctricos es una vacilada. El año pasado saqué 10 en todos los exámenes excepto en uno donde venía un problema de teoremas de Thevenin y Norton; este semestre llevo ya un 10. Pero bueno, el año pasado la reprobé porque nunca entré al laboratorio. Hoy entré, y chale, las prácticas son bastante más fáciles que en la vocacional. Pero bueno, el punto es que siempre tengo dificultades para justificar cómo puedo reprobar tantas veces teniendo mis conocimientos que si bien no son la gran cosa, pues sí alcanzan para pasar. El problema es que desde moco no sé de dónde saqué la idea de que uno debe ir a la escuela a aprender. Y pues aprender no siempre incluye hacer tarea o cosas así, entonces no hago ni madres y por eso me felpan. Pero ahora ya lo tengo claro: uno va a la escuela a hacer lo que le dicen y recibir al final un diploma. Me hace sentir como perro adiestrado, pero la diferencia es que yo casi no tengo pulgas, wajaja!