martes, junio 17, 2008

Now with paycheck

Ooots, pues ahora ando de desarrollador.

¿Y qué se siente? Pues chido, porque ahora tengo un chingo de marinolas para fantochear y poner a prueba mis habilidades—cosa que normalmente hago en la comodidad de mi hogar, con la diferencia de que ahora me pagan por ello, jojo. Y nada mal, debo añadir, si consideramos que mi experiencia comprobable es ratasoft.net, o sea es casi nula.

Pero la verdad es que hasta el momento no he hecho mucho porque me dieron una computadora con fedora, pero no me dieron la contraseña de root, cosa que me parece entre grosera y absurda. Pero bueno.

Ya después les contaré qué más pasó, pero por ahora pues creo que será todo.

martes, junio 10, 2008

The old in-out in-out

¡Ahh, nada como afeitarse con navajas nuevas!

Así es la vida, chavos: giras y giras, hasta que te mareas y vomitas. Con algo de suerte tu guácara le caerá encima a tu peor enemigo, pero date por bien servido si te cae a ti y no a tus seres más queridos.

Mi próxima adquisición es un ampli Marshall de 100W. No fue un arranque de megalomanía: en la tienda no se veía tan grande como en la cajuela del tofito...

Entonces sigo necesitando un ampli para practicar: el nuevo es más grande que el Maze, que normalmente no puedo traer del tingo al tango.

Ahora ando endrogado y buscando chamba. Ya hasta tengo ofertas ;) Pero de todas formas, si alguien tiene equipo de cómputo o de audio que deba ser arreglado, búsquenme y se los cotizo.

lunes, junio 02, 2008

Whatever became of us...

¿De qué vale la distinción entre la ficción y la realidad? Si de cualquier forma, la aceptación (y validación) de cualquiera de ellas recae en el observador y no en el sujeto.

Es la revelación de una verdad hundida en el olvido. Como encontrar un billete en la chamarra.

Sugiere Borges que periódicamente somos hombres nuevos, y cada —digamos— 10 años podemos hablar de otra vida, por encontrarnos en un contexto completamente distinto. Yo agrego que la vida es como un manglar, y nuestras raíces se aferran a la corriente, que pasa entre nuestros dedos, a veces en formas imperceptibles.

Toda esta cacería, sin embargo, puede no ser sino la persecución de una inquietud apenas recordada, sepultada bajo todos tus recuerdos — pero no carente de importancia, pues es el cimiento de ellos.

Durante la infancia no comprendes la distinción entre adulto, adolescente y niño. Y no hablo de responsabilidades, ni tampoco de la inmolación y la negación de los placeres. Bueno, quizás sí, un poco — pero no lo enfoco así porque a mí no aplica: soy hedonista. Hablo de tus diversiones, tu alcance, y tus espectativas.

Antes el tiempo se medía por horas y minutos. Ahora las semanas son una borrosa distinción entre los días. La escuela te permite dividir el tiempo en periodos, parciales, trimestres, semestres... El trabajo, en cambio, es repetitivo, y te mantiene, si lo permites, en un estado mental de deja vu constante.

Es ahí donde la mayoría de los adultos se amargan. Y creen que lo saben todo, que lo vivieron todo y que nada les sorprende. Encerrado en una caja tan pequeña, es fácil saber todo lo que hay en ella. Pero fuera de la caja el mundo es inmenso.

Si pierdes tu capacidad de asombro, te has convertido en un zombie.