El teorema de los changos infinitos estipula:
Si un chango en una máquina de escribir teclea aleatoriamente, es probable que escriba Hamlet, o que escriba letras sin sentido. Luego, si se tiene una cantidad infinita de changos, es seguro que al menos uno de ellos tecleará Hamlet a la primera.
Si bien es probable que esto suceda, si llenáramos el espacio observable con changos todavía las probabilidades serían inferiores a 1 en 10183,946: es decir, es posible, pero no probable.
La próxima vez que hables de si algo es posible o probable, recuerda los changos infinitos. Pero no los recuerdes de a uno por uno.
Estrictamente hablando, sólo necesitaríamos un chango inmortal.
—Jorge Luis Borges
Santos changos Ratman!
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